jueves, 24 de junio de 2010

100mil pulsaciones diarias


Gracias a Dios que el corazón es uno de los músculos más fuertes que tiene nuestro cuerpo, sino no sé qué sería de mi!
Bombea y bombea pasiones, recibe electroshocks de tristezas, sufre paros de desamores y vuelve a cumplir su ciclo gracias a una gota de esperanza. Tantas cosas lastiman a nuestro corazón y, sin embargo, él sigue ahí.
El mio, por ejemplo, tiene una pared que lo cubre, que lo protege. Gracias a ella, el daño que recive es menor, pero llega. También los sentimientos que emana son menores, quedan atrapados y no consiguen salir. Los que lo hacen son muy superficiales y no logran penetrar en el músculo latente del otro.
Sí, esa es la función que cumplen esas substancias que salen de nuestro ser: entrar en la persona amada, llenarla de pasión, hervir su sangre, conmoverle hasta los huesos.
Ahí es cuando nos damos cuenta que esa pared que habíamos levantado era una simple ilusión de nuestra cabeza manipuladora, y solo nos queda entregarnos para dejar que es intercambio se produzca.

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